Carne asada: Ritual en el norte de México.
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La promesa de un buen fin de semana comienza con la planeación de una carne asada, y es que en el norte del país, en la ciudad de Monterrey específicamente, nada distingue mejor a un buen rato entre amigos que una reunión alrededor del asador.
“Que se arme la carnita asada” se dice comúnmente para cerrar compromisos entre amigos y familia y para ello, siempre hay algún pretexto: cumpleaños, bautizos, primeras comuniones, cenas románticas, viajes, despedidas, nuevos trabajos, inauguraciones, graduaciones, terapias entre amigos, kareoke, divorcios… hasta para curar el despecho y el desamor.
El mundo entero se arregla en una carne asada
El estar congregados alrededor del asador es ya un ritual con gran significado para los norteños.
La razón por la que una carne asada es tan apreciada por los regiomontanos es porque se trata de un medio para socializar y crear vínculos entre las personas.
Es un generador de experiencias y recuerdos invaluables, un momento para reflexionar en grupo, debatir sobre algún tema, hacer consenso y salir más felices de como se llegó a la reunión.
Y es un ritual que requiere preparación.
Celebración de varios tiempos
A la hora señalada, se espera que los invitados lleguen puntuales, ya que son ellos los encargados de llevar o preparar las bebidas, desde la cerveza bien helada hasta el más sofisticado vino -dependiendo del tipo de celebración-, que maridarán a la perfección con los cortes de carne más nobles, el manjar y platillo principal a preparar en la parrilla.
Lo que sigue será esperar el tiempo prudente para ver convertido el fuego en brasas, que asarán lentamente los cortes de carne para alcanzar el punto deseado.
Mientras el fuego llega a su punto, todos comienzan a preparar las órdenes, el parrillero decide qué cortes de carne se van a poner primero al asador, que varían según el gusto y presupuesto, puede asarse T-bone, Ribeye, filete New York, costillitas cargadas o Arrachera. El compadre levanta el pedido de tortillas y quesadillas y hace los frijoles charros; entre los amigos, preparan las cebollas y las verduras a asar, la salsa molcajeteada y el guacamole… todos colaboran y opinan cómo desean comer su carne.
Y es, precisamente, la preparación de la carne, el segundo momento más importante de una carne asada. Aquí se abre el debate acerca de si es necesario marinar o no las carnes. Los puristas defenderán el sabor auténtico de un buen corte, aderezado con sal de grano, mientras otros insistirán en que se pueden mejorar los sabores y texturas de la carne remojandola en cerveza, limón, salsas y especias, entre otros ingredientes. Sin embargo, es el parrillero quien generalmente decide el modo de preparación de la carne y la concurrencia acatará sin chistar su elección.
MIentras esto ocurre, el parrillero, como buen anfitrión comparte su conocimiento haciendo sugerencias y recomendaciones a sus invitados sobre el término de la carne.
Finalmente, llega el momento de compartir, de sentarse con la familia y los amigos invitados para empezar a degustar las delicias que van saliendo del fuego.
Buena compañía al calor de las brasas
El ingrediente básico a lo largo de la reunión serán las buenas pláticas, los recuerdos compartidos, los chistes y anécdotas contados una y otra vez, porque de esto se trata la carne asada: de compartir, de estar, de convivir, de atender y ser atendido, de ayudar, de servir, de brindar y de pasar una tarde muy agradable y desenfadada, rodeados de la mejor compañía.
Sin duda, la carne asada es un platillo que brinda identidad a Monterrey. La combinación del humo expedido del carbón junto al rico olor de la carne al asarse en la parrilla crea un ambiente único que forma parte de la cultura nuevoleonesa.
"Como un buen parrillero diría , la vida es como la carne asada, no es para desperdiciarse".